31 dic 2010

ERZSEBET BATHORY (LA CONDESA SANGRIENTA)


Más conocida como "La Condesa Sangrienta", debido a los macabros y sádicos crímenes que cometió, Erzsebet Bathory fue una aristócrata húngara perteneciente a una de las más ilustres familias de Europa. De hecho, de esta misma familia también fueron Esteban y Sigmund Bathory que ocuparon los tronos de Polonia y Transilvania, respectivamente, además de varios dignatarios de la Iglesia y ministros de Hungría.

Popularmente se cree que mataba a sus jóvenes doncellas para bañarse en su sangre porque creía que así se mantendría joven y bella. Se dice que llegó a asesinar a 650 personas para este propósito. Actualmente, y después de las investigaciones llevadas a cabo, no se sabe a ciencia cierta si esto es verdad o no, aunque sí se puede asegurar que cometió incontables crímenes de extrema crueldad.

La historia de Erzsebet comienza en 1560, fecha en la que vino al mundo en el seno de una de las más importantes familias de Hungría. Se le dio una educación esmerada, llamativa para la mujer de esa época y de esa región del mundo, que en ese momento era conocida como Reino de Hungría. Mientras que la mayoría de los nobles de esa zona y en esos años apenas podían escribir, ella dominaba con fluidez el latín, el alemán y el húngaro.

Erzsebet creció como una chica aplicada, aunque ya en su temprana infancia comenzó a llamar la atención por sus comentarios sobre la vejez y la muerte.

Argumentaba que ella no había nacido para morir, y que todo lo bello que le pasaba no podía desaparecer así porque sí. Tal vez en ese pensamiento se encuentre una de las claves que la llevaron a convertirse en la asesina más sanguinaria de la historia.

A la edad en que la mayoría de las muchachas descubren el amor y la belleza en el sexo opuesto, ella manifestó atracción por otras chicas y, especialmente, por su sangre.

En sus 15 años, Erzsebet fue casada obligatoriamente (como se acostumbra entre los nobles de esa época) con otro hijo de familia aristocrática húngara llamado Ferencz Nadasdy.

Ferencz era un hombre acostumbrado a domar caballos salvajes y lidiar con situaciones de peligro, pero nunca consiguió que Erzsebet demostrara sumisión frente a sus deseos. Por el contrario, siempre encontró en ella el espíritu de un potro indomable.

La condesa pasaba varias horas frente al espejo; ensimismada, narcisa y con poco interés en su vida matrimonial.

La habitación de Erzsebet era fría e impersonal, y en ese ambiente de pocos afectos la salud de Ferencz empezó a debilitarse. A medida que el marido perdía fuerzas y ganaba achaques, la condesa se volvía cada vez más ermitaña. Aunque no dejaba de buscar placer en amantes jovenes.

El matrimonio Bathory-Nadasdy vivía en el sombrío castillo de Csejthe, situado en el llamado Reino de Hungría.

Ferencz era conocido como el "El Caballero Negro", por sus destacadas proezas como general en el campo de batalla. Era tan cruel como su mujer. Estuvo la mayor parte de su matrimonio luchando contra los turcos y cuando volvía a casa disfrutaba torturando a los prisioneros.

El hecho de que Ferencz estuviera ausente gran parte del tiempo fue la causa de que Erzsebet buscara refugio en numerosos amantes de ambos sexos de los que pronto se aburrió, de forma que, intentando buscar nuevos divertimentos, llamó a gran cantidad de brujos y alquimistas que la iniciaron en ciertas prácticas de brujería en las que se centró su vida a partir de entonces.

Su marido la abandonó definitivamente en 1604: murió a mediados de ese año. El fallecimiento de Ferencz incrementó su locura por no envejecer. Las sirvientas ya padecían las consecuencias de aquellos deseos. Tenían órdenes de preparar brebajes y pócimas para contrarrestar los efectos del paso del tiempo. Con la muerte de su marido, esas órdenes también dejaron de tener efecto. De esa manera la Condesa desató y empezó su escalada criminal.

Una de las mejores amigas (y cómplices) de Erzsebet se llamaba Darvulia, una anciana conocida en los alrededores como "La Bruja del Bosque".

Luego de la muerte de su esposo, Darvulia abandonó la casa donde vivía y se mudó al castillo de Csejthe. Erzsebet estaba fascinada por la hechicera, creía en todos sus poderes y necesitaba de sus hechizos para mantener la ilusión de frenar el envejecimiento. Los brebajes de Darvulia pretendían disimular el paso del tiempo. Así, la magia negra, los conjuros, alquimia y todo de lo que era capaz Darvulia se instalaron en la habitación y en la vida de la condesa.

A partir de la aparición de la hechicera se meciona a la Virgen de Hierro, una muñeca de tamaño natural que Erzsebet utilizaba en sus ritos de sangre.
Convencida de que la única forma para anular el envejecimiento era bañarse o beber sangre de doncellas jóvenes, desparramó toda la maldad de la que ella era capaz en pos de obtenerla y disfrutarla.

Manipulada por su dueña, la Virgen de Hierro era un objeto de tortura. Era de metal, con cabellera rubia, joyas, maquillaje y siempre se presentaba desnuda.
Con falsa y perversa amabilidad, la autómata recibía y luego abrazaba a las jóvenes víctimas de la condesa. Cuando las tenía entre sus brazos, sus falsos senos se abrían y apuñalaban a la presa. Estando las víctimas malheridas, eran degolladas y su sangre era bebida por Erzsebet. Y, si la cantidad era suficiente, hacía llenar una gran bañera con la sangre de las doncellas y se sumergía en ella, buscando desesperadamente la fuente de la juventud.

En los asesinatos, Erzsebet no actuó sola. Sus cómplices fueron dos de sus criadas:
Jo Ilona y Dorko, ambas fieles e igual de sanguinarias que las Condesa. Se encargaban de buscar a muchachas de entre 12 y 18 años, traerlas al castillo y mantenerlas siempre listas para los sometimientos de su ama. Erzsebet las necesitaba a todo momento; cuando padecía dolores de cabeza, por ejemplo, bajaba hasta el sótano para darles mordiscos y masticar la carne arrancada.
Los gestos de dolor de las doncellas, y las gotas de sangre calmaban, enseguida, cualquier molestia.
El origen de la historia que dice que utilizaba sangre para fines cosméticos data de que un día, propinó una violenta bofetada a la criada que la estaba peinando, con tan mala fortuna que ésta comenzó a sangrar y su sangre salpicó la mano de la Condesa. Convencida de que el trozo de piel donde había caído la sangre se veía más lozano, proyectó tomar baños de sangre humana para mantener su juventud y belleza eternamente.

Erzsebet no solo bebía la sangre de infortunadas muchachas, también las envolvía en orgías indescriptibles. Padecían los peores tormentos. Si hablaban mucho, ella misma les cosía la boca.
Para la gente del pueblo, las chicas que iban al castillo lo hacían en calidad de empleadas. Pero, a medida que iban desapareciendo, empezaron a circular rumores que, de todos modos, no eran ni por asomo más crueles que la verdad sobre las atrocidades que se llevaban a cabo en el castillo de Csejthe. Sólo decían que la condesa Bathory las mataba para bañarse en sangre de vírgenes. Por eso, incluso antes de ser acusada oficialmente, la empezaron a llamar "La Condesa Sangrienta". Erzsebet y sus cómplices daban explicaciones muy tontas para justificar la desaparición de las doncellas. Argumentaban que habían tropezado, que una rara enfermedad las había matado sorpresivamente, que un animal las había devorado en el bosque, etc.

Erzsebet fue llevada a tribunales en donde 20 jueces varones la interrogaron por sus crímenes. Fue condenada, pero no a morir, sino a padecer un encierro perpetuo en su propio castillo.

Así vivió durante casi 3 años. El 21 de Agosto de 1614 murió sin mostrar muestras de arrepentimiento. Tenía 54 años, y las arrugas que tanto odiaba la recubrían por completo. Su rostro, que siempre había mostrado una fría serenidad, estaba terso, sí, pero no por haber encontrado la fuente de la juventud, sino por el frío insoportable que padeció confinada entre las paredes de su habitación.

3 comentarios:

  1. No olviden que otras fuentes dicen que no cometió ninguno de estos crímenes y que todo esto fue una trampa de la iglesia para quedarse con el poder que ella tenía, ya que lo había heredado y era la única heredera. Así armaron toda una historia y pruebas falsas para inculparla, enjuiciarla y encerrarla. Cosa que tampoco me extraña mucho en esa época.

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  2. Bueno pero solo de ella se habla así y no de otras personas quiere decir que algo de verdad había

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  3. Bueno pero solo de ella se habla así y no de otras personas quiere decir que algo de verdad había

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POEMA A LA MUERTE POR PABLO NERUDA

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante

POEMA A LA MUERTE

¿Cómo llenar el vacío de esta noche?

No con lágrimas,

puesto que el exilio es voluntario,

sí con pena,

que no cabe en mi pecho el deseo.

¿Es, acaso, extraño una noche oscura?

De loco es añorar la luz ahora

y sin embargo me salgo de mí

y necesito como el adicto

la droga redentora.

Tiemblan mis labios

en tus labios ausentes,

huyes como una sombra

que no logro atrapar.

Queda mi grito en la garganta

y tu pecho cotidiano

de las manos se escapa,

tus ojos, ya cerrados,

no me hablan.

En este silencio sin tí

me pregunto:

¿Cómo llenar el vacío de esta noche?

NO SON LOS MUERTOS

No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fria,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.

No son los muertos, no los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.

La vida no es la vida que vivimos,
la vida es el honor, es el recuerdo.
Por eso hay hombres que en el Mundo viven,
y hombres que viven en el Mundo muertos.